Postergar su aparición no fue por una especie de
desinterés, quise tener el libro en el ordenador, donde acudía cada cierto
tiempo a revisarlo y reescribir, visitarlo y conocerlo, como se conoce a un
zorro en el desierto. Desde luego, esto, la prórroga, también se ha de deber a que jamás
he tenido un ansia por ver publicado (prontísimo) lo que escribo. Todo sucedió
así, fue más fácil ir publicando los otros libros que fui escribiendo, y que se han etiquetado (no por
mí) como novelas. Así, "Círculo que se cierra" es mi primer libro de cuentos.
Ahora que está en camino mi próximo libro de cuentos, he
pensado en ambos libros… aparecerán muy cercanos uno del otro, separados por
apenas ¿un año? Pero uno tiene un camino recorrido mucho mayor (lo que no es
indicador de mayor o menor calidad).
Por otra parte, y volviendo a “Círculo que se cierra”, creo
que el libro de cuentos no requiere una unión temática o unidad evidente,
como se hace pensar; puede estar o no estar. Ahí se reúne una serie de registros diversos, porque los cuentos fueron escritos
en momentos diversos, en lugares diversos, por sujetos diversos, que tenían
ideas diversas del cuento y del libro, y sin embargo había un proyecto detrás
de todos ellos; ese proyecto, pienso, permite que tampoco sea una “canasta de cuentos”, como se
resolvía etiquetar hace unas décadas a un amasijo quizá inconexo.
El primer cuento da nombre a todo el libro porque, de algún
modo y bajo cierta relación, todos los cuentos son el primer cuento. Todos han
viajado fantasmagóricamente por los territorios en que he vivido, con un pulso
magnético que rellenaba mi bolígrafo para garabatearlos en mi cuadernillo, sentado
en un café desde esas latitudes.
Leer el índice es ya para mí un catálogo
portátil del pasado, es una vista atrás a través de un cristal empañado, a
través de una cortina, de un tul. Lo del otro lado no es lo que era, lo que
escuché del otro lado es un registro en sordina que está en el libro. Ahí queda,
pues, la vida de otros espacios y sus habitantes, hilvanados por una niebla,
como la que veo por la ventana junto a la que ahora escribo.