martes, 18 de noviembre de 2008

Volver (para presentar Últimas horas (fe de erratas))

No poseo, materialmente, ninguna llave que abra ninguna puerta en esta ciudad (San Luis Potosí). He partido hace casi un lustro, sin querer ni haber podido volver en forma, formalmente; ahora esto parece una visita formal, una especie de vuelta. He aprovechado la imposibilidad del retorno para mantenerme ocupado, gozando de una vida muy distinta a la que esta ciudad adoquinada me brindó, no es necesario ni importante decir cuál ha sido mejor que la otra, a mí no me interesa el comparativo.
He escrito, leído y pensado mucho todos estos días que me ausenté de esta ciudad, por la mañana en la universidad, por la tarde y noche en el periódico, hasta la madrugada en casa; esto ha sido un verdadero entrenamiento, entrenando para escribano (entrenamiento que nunca termina), haciéndolo cada día, sin reflexionar más de lo debido. Sentía y siento un compromiso con lo que se dirá y cómo se dirá.
¿Cómo hacer para sólo adivinar el parpadeo de las luces que a lo lejos van marcando mi retorno? He vuelto, a visitarlos, como dice en otra parte: del brazo y por la calle, con este libro que hoy presentamos el CANTE, CENART y sus servidores.
Esto no sería tan difícil si estuviera de visita en el DF o en Los Ángeles, sería presentar un libro y ya, sin embargo aquí están las caras conocidas y queridas, las desconocidas y queridas.
Traigo, por la calle y bajo el brazo, un libro que ha significado lo que no se puede decir ni ver, que no se debe decir porque he aprendido cómo no hablar. Lo que sí puedo decir es que ha significado caminatas por muchas ciudades, charlas viejas y nuevas.
Y, sin embargo, mi obra, esta obra, no será nada hasta el momento decisivo, en que mi escritura termine de ser escrita, de gozar al tener frente a su ser de tinta, papel y palabras sus ojos chiquitos, grandes, tapatíos, soñadores, café, azul o negro, miopes, bizcos o sordos; será cuando mis palabras, conjuradas para ser historia, logren serlo, al escribirlas entre ambos, usted y yo, la historia que vendrá de este libro será su historia.
Por ello, agradezco su colaboración, que sólo será posible si hay una seducción textual, como he dicho antes ya en mi blog, y entonces el libro, abierto de páginas, se entregará a su coescritura, amable lector: será un lujo si lleva el libro a la cama o si el libro lo lleva hasta la cama.
Esta será la manera (en esta comunicación que se completa) con la que hoy y cada vez que usted desee abrir el ejemplar, la tríada lector-historia-autor pondremos en juego la escritura. Mientras tanto, y con el amparo de este pequeño libro que no tiene dedicatoria impresa, porque es para el lector, hoy me permito el lujo de volver con ustedes, con la frente marchita, pero, por un momento, volver.